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La sorpresa y el efecto dominó en la enseñanza, Laura Vela Toro

Ramon Barrera

Nuestra colaboradora Laura Vela nos trae la siguiente entrevista realizad a Ramón Barrera, Licenciado en Derecho, Experto en Coaching y conferenciante. A través de esta entrevista, Laura y Ramón reflexionan sobre el papel del docente y el alumnado en la educación así como el factor sorpresa, necesario para despertar el interés tanto a nivel personal como profesional.

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La sorpresa es uno de los motores que mueve este mundo desde que nacemos.

Un bebé comienza a interactuar con el mundo a través de emociones y estímulos que va sintiendo y percibiendo a su alrededor causando numerosas sorpresas.

En un primer lugar, su entorno más cercano será el seno familiar en el que descubrirá emociones tan importantes como las que se sienten con el contacto con la piel a través de las caricias y los abrazos hasta emociones que le produzcan malestar como el hambre, sonidos desagradables, etc.

Poco a poco esas emociones se irán ampliando conforme ese bebé va creciendo y va socializando con más familiares, con niños en el parque, con compañeros de colegio, etc.

Estas emociones y estímulos producen un efecto dominó en el que las sorpresas activan la atención y como consecuencia activan la capacidad del asombro despertando en el niño la curiosidad y el interés por explorar.

De esta forma, se activará la motivación, la cual se convertirá en la gran aliada para que surjan los aprendizajes.

Siendo adultos, este efecto dominó también está presente ya que la sorpresa nos empuja a vivir. Cada día nos depara nuevas sorpresas que estimulan nuestro interés por seguir creciendo a nivel personal y/o profesional.

Como dice Francisco Mora, especialista en neuroeducación:

“La emoción es aquello que nos mueve y empuja a vivir, a querer estar vivos en interacción constante con el mundo y con nosotros mismos”.

En el ámbito de la educación, la sorpresa debe impregnar cada rincón de las aulas para generar ese efecto dominó mencionado anteriormente, en el que el docente juega un papel fundamental.

La sorpresa dentro del aula generará expectación. La expectación generará asombro y curiosidad y a continuación tendrán lugar los aprendizajes.

Existe un fascinante juego de palabras que recoge todo lo expuesto y del cual me enamoré cuando se la escuché decir a Ramón Barrera: “SORPRENDIZAJE”.

Ramón Barrera (“parto con ventaja, no me pongo barreras porque las llevo en el apellido”) es Licenciado en Derecho, Formación Metodológica, Especialista Universitario en Marketing, Postgrado en Diseño y Dirección de Proyectos, Experto en Coaching.

Tuve el placer de conocerlo personalmente hace unos meses en una charla que dio en el colegio donde trabajo.

Contar con él para este artículo ha sido maravilloso porque quién mejor que él para que nos cuente más sobre la sorpresa, los aprendizajes y ese efecto dominó que se origina tras la activación de las emociones.

Laura Vela: ¿Qué significa “Sorprendizaje”? ¿Cómo surge este término?

Ramón Barrera: Una de las acepciones de la Real Academia Española (RAE) en la definición del verbo aprender dice “prender”. Me gusta los verbos que acaban en “prender”.

El primero, como no podía ser de otra manera, es APRENDER, la palabra clave en educación. El segundo, COMPRENDER, porque para aprender hay que comprender.  El tercero es EMPRENDER, porque hoy las ideas no valen nada, vale lo que tú haces con ellas. El cuarto es DESPRENDER, porque para aprender nos tenemos que desprender de prejuicios, de ideas preconcebidas o de las que ya no sirven porque no dan respuesta a nuestra realidad.

Y el quinto es SORPRENDER. He creado y registrado la palabra SORPRENDIZAJE (una palabra que surgió en mi charla TEDxSevilla de 2016), porque estoy convencido de que para aprender te tienes que sorprender y, de la misma manera, los personas que nos dedicamos a enseñar tenemos que sorprender, seguir sorprendiéndonos y conseguir que el alumnado se sorprenda de lo que es capaz de llegar a hacer o ser.

Es un planteamiento de la sorpresa a nivel educativo, de la importancia de estimular los sentidos, de encontrar inspiración, de ponerle arte a lo que hacemos, de atrevernos a probar, de divertirnos.

LV: La figura del docente es primordial para todo proceso de aprendizaje. ¿Qué actitudes y aptitudes debería tener un docente que apuesta por el cambio, por un cambio de mirada hacia la infancia? ¿Cómo podríamos contagiarnos de los docentes inquietos?

RB: Sin duda, el docente es esencial en el proceso de aprendizaje. Un docente que entiende que los cambios son clave, que aprender es cambiar. Eso sí, entiendo que no se trata de cambiar por cambiar, ni apuntarse a ciertas “modas educativas”. Es clave que los cambios tengan sentido, que estén integrados dentro de una programación, consolidarlos con paciencia, esfuerzo, ilusión y compromiso de los equipos educativos.

La esencia de mi manera de entender la educación está en tres palabras que empiezan por “CO”: COco, COrazón y COraje.

Utilizamos la expresión «darle al coco» como sinónimo de pensar, de razonar, porque el aprendizaje está vinculado al conocimiento. El profesorado debe “mover” las cabezas de su alumnado, estimularlo a reflexionar y hacerlo con capacidad crítica (no se trata de “comerles el coco”) y también a imaginar, a soñar, que es el primer paso para crear.

No podemos desligar el conocimiento de las emociones, el coco del corazón. Decía la escritora Maya Angelou que “la gente olvidará lo que dijiste, olvidará lo que hiciste, pero nunca olvidará cómo la hiciste sentir”. Aprendemos con y desde el corazón, por eso los docentes deben ser conscientes del valor de la emoción, de las sensaciones, de los vínculos y “conmover” al alumnado.

El tercer elemento, el “coraje”, es el valor de la acción, hay que hacer algo con las ideas, aplicarlas, llevarlas a la práctica porque, como me gusta comentar, “menos aprobar y más a probar”. Para ello, los docentes, deben “remover” al alumnado, retarlo para que se atreva, asimilando que aprendemos de los aciertos y los errores. Por supuesto, también los docentes deben atreverse a “probar”.

En cuanto a lo de contagiarnos de los docentes inquietos, tal vez podemos hacerlo con otra palabra que también empieza por “CO”, copiar, sí, copiar de los buenos, dejarnos inspirar por prácticas docentes que nos resulten interesantes y estimulantes.

LV: Si existiera una fórmula mágica para que en todas las aulas el factor sorpresa fuera una realidad, ¿Cuál crees que podría ser?

RB: ¡Ojalá hubiera fórmulas mágicas!

Me voy a quedar con un acrónimo clave, el Método AIDA, un clásico del marketing que podemos aplicar en educación y que se componen de las siguientes palabras:

Atención. Hoy vivimos un estado de emergencia de la atención, nos cuesta estar atentos y también captar la atención, algo imprescindible para lograr el aprendizaje y la implicación del alumnado. Por eso, animo a los docentes a preparar su manera de empezar una clase, de usar estrategias para ganar la atención. Es la fase de “atrapar” a tu audiencia.

Interés. Conseguida la atención, es más relevante plantear una clase, desde el interés, un proceso más sutil y complejo que nace del concepto de utilidad. Una fórmula es planificarla respondiéndote a la frase “esto que voy a contar o que vamos a hacer es interesante para…”.

Deseo. Cuando se consigue despertar el interés, se estimula el deseo, las ganas de saber más. Es el momento de retar al alumnado para que emprenda, desde el protagonismo, su proceso de aprender.

Acción. Las acciones comunican más que las palabras. “No lo digas, hazlo”. A nivel educativo, es guiar al alumnado desde el punto de partida hasta alcanzar los objetivos de aprendizaje. A nivel comunicativo, es importante, al igual que preparar el comienzo, darle valor a cómo terminamos una clase.

A este proceso para que fuera completo podemos añadirle una “S”, la de seguimiento porque ya sabemos que lo relevante no es lo que el docente hace o dice, sino lo que el alumno se lleva, lo que aprende.

LV: Entendiendo el efecto dominó como una reacción en cadena, ¿Cuál crees que debería ser la primera ficha que inicie el efecto dominó en una escuela?

RB: En mi opinión hay una ficha clave: la comunicación.

En la escuela se debe potenciar un entorno de interacción entre toda la comunidad educativa, más espontáneo, dinámico y motivador, facilitador de diálogos y de escucha, donde se favorezcan las propuestas frente a las protestas, poniendo énfasis en el trabajo en equipo y la creatividad, la pasión y el talento, la responsabilidad y la confianza.

Me encanta la palabra “exteligencia”, un concepto acuñado por dos escritores científicos, Ian Stewart y Jack Cohen, para diferenciar la inteligencia que conocemos y que emana del propio individuo, de otro tipo de inteligencia que surge como resultado de la interacción, de las conversaciones, de trabajar en equipo, de escuchar y empatizar.

Pues eso, una comunicación exteligente.

LV: Podríamos considerar la escuela como un gran puzle formado por tantas piezas como miembros de la comunidad educativa que existieran desde docentes, orientadores, psicólogos, pedagogos, etc hasta el equipo educativo, las familias y el alumnado.

¿Cuál sería el modelo educativo que fomentarías para que todas las piezas del puzle encajaran con éxito?

RB: Formamos a alumnos para que evolucionen, mejoren, adquieran competencias y, para hacerlo, todos los miembros de la Comunidad deben participar, deben entender que son facilitadores, que tienen que propiciar contextos para que las personas puedan estar ilusionadas y motivadas.

Los equipos directivos marcando el rumbo e inspirando, los docentes, orientadores, psicólogos y pedagogos mejorando la realidad educativa desde su rol de guías y acompañantes, las familias como colaboradoras imprescindibles de este proceso. Todos con un objetivo común, contribuir al aprendizaje del alumnado.

En este sentido, me parece importante que la educación favorezca entornos y espacios en los que el alumnado sea protagonista de su propio proceso de aprendizaje y no sea un mero espectador.

Me gustan modelos educativos que favorezcan la participación, metodologías activas, el trabajo por proyectos y aquellos modelos que conectan al alumnado con su entorno, para conocerlo y mejorarlo, como el aprendizaje servicio o el “design for change”.

LV: En tu famosa charla TEDx haces mención a las escuelas caórdicas, otro maravilloso juego de palabras. ¿Qué es una escuela caórdica?

RB: Me encanta la palabra caórdico, un conflicto que me apasiona: el conflicto entre el CAOS y ORDEN, de ahí que apueste por una escuela caórdica.

Cuando hay mucho caos y poco orden, se generan situaciones de descontrol, confusión y ansiedad; por el contrario, cuando hay mucho orden y poco caos, surge el control y las personas solo obedecen.

Necesitamos un equilibrio entre ambos: cierto caos, para que las ideas choquen unas con otras y se estimule la creatividad, imprescindible en educación y cierto orden, para que se gestionen los proyectos y los procesos de manera clara, con momentos de seguimiento y evaluación de los avances.

Una escuela, una clase necesita de ambos, de caos y de orden, eso es la vida.

Es frecuente que los docentes soñemos con una mejor enseñanza, con nuevos enfoques, con nuevas miradas, etc.

Empecemos a cumplir esos sueños y convirtamos a las escuelas en caórdicas llenándolas de sorprendizajes y donde se aprenda para cambiar, como dice Ramón.

Sé la primera ficha del efecto dominó.

Gracias, Ramón, por aportar una visión tan motivadora de la Educación.

Sobre la autora de la entrevista:

Laura Vela, Maestra de Educación Infantil. Máster en Pedagogía Terapéutica. Especialista en Educación Emocional. Galardonada como 2º Mejor Docente de Educación Infantil en los premios Educa Abanca en 2018.