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Los proyectos inacabados – Santi González

Proyectos educativos

El tiempo pasa y eso es una obviedad. El tiempo pasa en la escuela, en el barrio o con los amigos. El tiempo también pasa en casa y lo ves cuando tienes hijos. Lo que ayer eran los abuelos y abuelas explicando batallitas (muy útiles, por cierto) hoy es un Streamer que pretende dar consejos de cómo pasar el día. Y eso te hace pensar en lo rápido que puede pasar el tiempo y en lo superficial que aparentemente se han vuelto las cosas.

Pero bueno, eso es la vida misma. Los cambios están al orden del día y si estamos vivos es para afrontarlos y adaptarnos a ellos.

De la misma forma que todos tenemos proyectos de vida que no hemos podido acabar, creo que en los tiempos que corren, todos tenemos ganas de empezar proyectos nuevos con más fuerza y energía.

Por ese motivo, hoy voy a hablar de proyectos educativos y de algunas ideas para que no se conviertan en proyectos inacabados.

¿Qué ocurre con los centros educativos que quieren o ven la necesidad de comenzar un nuevo proyecto educativo? O, ¿seguir con aquél que habían empezado hace un par de años y la pandemia les paralizó por completo?

Imaginemos que una escuela de infantil y primaria quiere iniciar un nuevo proyecto de educación matemática para sus alumnos. No estamos hablando de métodos, ni de pedagogías, ni de ideologías ni nada por el estilo… Estamos hablando de establecer un proyecto coherente que provoque cambios y mejoras en la enseñanza/aprendizaje de las matemáticas en alumnos y sus docentes.  Estamos hablando de cómo un proyecto educativo se puede convertir en nuestro proyecto vital.

1. Las preguntas iniciales

¿Necesitamos un cambio así? ¿En qué motivos nos apoyamos para pensar que necesitamos cambiar? ¿Queremos, realmente, salir de la zona de confort para conseguir una “hipotética” zona de crecimiento y expansión? Como centro educativo, ¿estamos preparados realmente?

Lo que hoy es un centro educativo que cierra, ayer fue un centro educativo en expansión… ¿Qué pasó para que llegara al ostracismo? El miedo paraliza y está claro que, si no nos movemos, parece que no avanzamos… Pero, ¿ese es realmente el motivo que hace que cambiemos nuestra manera de hacer las cosas? Reflexionemos y contestemos seriamente a todas estas cuestiones. Ese es un primer paso obligado.

Si somos capaces, como claustro, de contestar honestamente a todas estas preguntas, los cimientos de cualquier proyecto se estarán construyendo más sólidamente.

Vale, imaginemos que ya hemos contestado a estas preguntas y que la respuesta es claramente que sí. Que lo que hacemos actualmente no nos lleva a ningún lado, que nuestros alumnos se aburren en clase y que de hecho no están aprendiendo nada. Necesitamos un cambio en nuestra manera de hacer. Pero, ¿ahora qué? ¿Por dónde empezamos?

2. Estructura y planificación

No podemos obviar que hemos de seguir viviendo y avanzando en nuestro día a día… Pero está claro también que las novedades que nos propongamos incorporar deben estar bien pensadas y organizadas en el tiempo. Necesitamos una estructura y una cierta planificación.

¿Por qué curso empezaremos a implementar los cambios? ¿Qué dinámica de clase incorporamos en nuestro día a día? ¿Cuándo empezaremos a formarnos al respecto? ¿Necesitamos un coordinador o coordinadora que nos ayude en todo el proceso? ¿Necesitamos un asesor externo que nos dé luz en el camino que vamos a iniciar?

O el equipo directivo o el propio claustro, pero alguien debería contestar a todas estas cuestiones y ponerlas encima de la mesa para poder empezar con fuerza y solidez en la propuesta del cambio.

Es necesario una planificación a largo plazo y una estructura que dé luz en el día a día. Línea del tiempo escrita y planificada pero no demasiado rígida. Hay que poder incorporar las mejoras o pequeños ajustes que se necesiten, pero sin perder las grandes líneas del proyecto.

3. Equipo líder

Esta claro que necesitaremos de un cierto liderazgo. Necesitamos a personas que nos ayuden en el camino, que nos ayuden en la organización y nos den luz en los pasos a seguir. ¿Estas personas estarán dentro o estarán fuera de nuestro centro educativo? ¿Qué pros y contras hay al respecto? ¿Seremos nosotros mismos los que generaremos el cambio? O necesitaremos, aunque sea de forma puntual, de agentes externos que nos den luz en todo el proceso que queramos llevar a cabo…

En todo caso, es bueno crear un equipo líder que impregne al resto de buenas maneras de hacer las cosas, de buenas prácticas que permitan ser observadas y explicadas al resto para que, al igual que una gota de aceite se extiende por la sopa, el buen hacer se extienda entre el propio claustro y así ayudar a obtener una buena mentalidad de crecimiento.

Eso ayudará a mantener viva la luz de la confianza y a mantenerse despierto a los cambios o ajustes que habrá que hacer.

4. Evaluación

Pero por encima de todo, de cómo se van a hacer las cosas, de qué personas van a estar más o menos implicadas en el proyecto, no nos olvidemos de evaluarlo.

Y éste es un aspecto que nos ha de ayudar a perdurar y adaptar nuestro proyecto en el tiempo. ¿Qué significa evaluar un proyecto así?

¿Estamos dispuestos y dispuestas a evaluarnos como centro educativo? ¿Estamos dispuestos a implementar un sistema de evaluación del cambio, un sistema de evaluación totalmente objetivo que nos permita comprobar a corto o medio plazo si los cambios que se llevan a cabo están teniendo resultados? ¿Quién nos puede ayudar a conseguirlo? ¿Compartiremos los resultados entre nuestras familias o alumnos?

Si estamos dispuestos a admitir errores y a ser lo suficientemente honestos para poderlos corregir, eso seguro que ayudará a que el proyecto perdure en el tiempo, porque no estaremos engañando a nadie, pero sobre todo no nos estaremos engañando a nosotros mismos.

5. Miradas a largo y corto plazo

Cuántos proyectos han quedado inacabados porque aparentemente no se han evaluado bien y no se ha sabido a ciencia cierta si los resultados estaban siendo los esperados o no.

Se hace necesario tener una mirada a largo plazo bien asentada y que sepamos hacia dónde queremos ir, qué queremos conseguir con nuestros docentes y alumnos, pero es muy necesario también saber lo que hemos de hacer en nuestro día a día. Adaptarnos al entorno y a nuestra realidad, sí, pero distraernos en exceso y no darnos cuenta porque no nos estamos evaluando correctamente, no.

Tengamos una mirada a largo plazo que nos permita avanzar, un horizonte que se aleje al mismo tiempo que caminamos hacia él, pero también un orden a corto plazo, que nos permita funcionar en nuestro día a día.

En Horizonte Educativo, un impulso a tu talento, ayudamos a los centros que quieren iniciar o igual consolidar un cambio en la manera de hacer matemáticas con sus docentes y alumnos. Intentamos dar luz para que sus proyectos no se conviertan en proyectos inacabados, que sean proyectos pensados en las personas y adaptados a la realidad del propio centro y que las matemáticas sirvan realmente para dar sentido a nuestro mejor proyecto de todos, el de nuestra vida misma.

Muchas gracias por acompañarme.

Sobre el autor:
Santi González, Formador de docentes en didáctica de las matemáticas.
santi@horizonte-educativo.com

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