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Septiembre: tiempo de acogida, de ternura y amor. Laura Vela Toro

Escuela infantil

Nuestra colaboradora Laura Vela Toro, maestra de Educación Infantil y especialista en Educación Emocional nos comenta la importancia de abordar el comienzo de las clases en septiembre con ternura y amor, sobre todo, en la etapa infantil. Es fundamental introducir poco a poco al infante en un mundo nuevo que no conoce y donde la comprensión y colaboración de educadores y familia es vital.

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El mes de septiembre es el mes del fin de las vacaciones, de la vuelta a las rutinas, de volver al trabajo, de los nuevos propósitos y el mes que anuncia cambio de estación. Además, es el mes en el que muchos infantes comienzan una nueva aventura en sus vidas. Llega el momento de dar sus primeros pasos en la escuela infantil.

Será la primera o de las primeras veces que el niño o la niña se separa de su núcleo familiar para pasar una jornada en un lugar que nunca ha estado anteriormente, donde no conoce a los adultos que allí se encuentran, sin saber qué es lo que van a hacer allí y donde puede que haya otros niños que estén llorando. Tampoco saben por cuánto tiempo van a permanecer allí. Dada su temprana edad aún no tienen conciencia del tiempo.

Imaginaos que siendo adultos nos llevan a un lugar donde no conocemos a nadie, no sabemos qué vamos a hacer allí ni el tiempo que vamos a estar y encima observamos que hay algunos adultos llorando. Dudo que nos sintiésemos bien ante tal situación y generaría en nosotros angustia.

Es por este motivo por el que la incorporación de los infantes a las escuelas infantiles suele generar intranquilidad en las familias ante la incertidumbre de cómo sus hijos afrontarán este momento.

Generalmente, los niños muestran inseguridad al separarse de su figura de referencia. Todo niño con apego seguro se sentirá desprotegido ante la ausencia de sus familiares.

Emociones y escuela infantil

Si además le sumamos el nerviosismo de las familias que, sin quererlo, lo trasmiten a sus hijos, todo será más complicado. Van a dejar a su más preciado tesoro en una escuela que, aunque sea de su máxima confianza, es inevitable que genere sentimientos de preocupación o de culpa sobre todo si sus hijos se quedan llorando ante su marcha.

Por todo esto, es esencial que desde la escuela se haga un acompañamiento a las familias desde el momento que sus hijos son matriculados. Se les debe trasmitir seguridad y darles las pautas necesarias para que la vinculación de sus hijos a la escuela sea lo menos traumática posible y facilitarles herramientas para gestionar las emociones que se generan en este período. Escuela y familia deben crear un ambiente de confianza y seguridad donde el amor, el respeto, el entendimiento y la amabilidad invadan cada espacio de la escuela y arropen a los infantes para que sea una experiencia positiva dentro de su proceso de crecimiento.

Por esto, la actitud con la que se enfrente la familia a esta etapa será crucial para la vivencia de estos primeros días de sus hijos en la escuela. Es aconsejable que les hablen del lugar a donde van a ir, explicarles las cosas que van a hacer allí, cómo se van a llamar las personas que lo van a cuidar y enseñar, pasear días previos por los alrededores de la escuela, etc. Aun así, debemos ser conscientes de que, aunque les expliquemos todo esto, será inevitable que en la mayoría de los casos se convierta en un momento de inseguridad para el niño debido a la separación de su figura de apego.

Según las investigaciones de John Bowlby (Teoría Evolutiva del Apego), los estilos de apego de cada persona dependerán de la forma en que un niño se relacione con su cuidador. El factor determinante del apego será el cuidado y la capacidad de respuesta.

Por esto, es fundamental que los educadores que acompañen a los niños en este proceso sean amables, comprensivos, respeten sus reacciones y les traten con mucha dulzura teniendo siempre en cuenta sus necesidades y dándoles el tiempo que necesiten para la creación de un nuevo vínculo de apego con su educador. Cada niño necesitará de su tiempo y cada uno lo hará a su manera.

Hace unos días comentaba con una compañera de profesión que en breve llegaría septiembre y que ya se estaba preparando para la llegada de ese momento con un poco de inquietud. Este período también es complicado para los educadores ya que se encuentran ante un grupo de alumnos a los cuales no conocen y debe entregarse al 100% a todos ellos para superar con éxito sus primeros días en la escuela.

Tenemos que tener presente que es un período de cambios para familias, educadores y alumnado y entre todos tienen que hacer un cuidadoso trabajo en equipo.

Escuela y familia deben crear un ambiente de confianza y seguridad donde el amor, el respeto, el entendimiento y la amabilidad invadan cada espacio de la escuela

Según la escuela y el enfoque que le dé a este período podremos conseguir una acogida más o menos respetuosa para los niños. Existen escuelas más tradicionales que llaman a este período de adaptación y en las que normalmente las familias se marchan rápidamente cuando dejan a sus hijos en la escuela. Esto suele generar más inseguridades en los infantes. Y existen otras que lo llaman período de acogida o de vinculación en el que las familias son invitadas a formar parte de las primeras jornadas junto a sus hijos favoreciendo la familiarización de los infantes con la escuela en un ambiente más calmado y cercano.

Es fundamental darle la importancia que requiere a este momento y muchas escuelas deberían plantearse cambios para mejorar este proceso.

El período de acogida debería ser un requisito fundamental en todas las escuelas infantiles y que se permitiera el acompañamiento familiar en este período tan sensible. Se necesita un cambio de mirada hacia este proceso que, por lo general, es asociado al llanto y debería estar asociado al cariño y al juego.

Para los primeros días, desde la escuela, se pueden organizar talleres familiares con los que generar momentos de disfrute, risas y confianza como por ejemplo talleres de música, de masajes infantiles, cuentos activos, etc. Así conseguiremos que interactúen las familias y sus hijos juntos a los educadores creando en los infantes gusto por el nuevo espacio que están conociendo. Cada día ampliaremos la duración de los talleres y disminuiremos el tiempo de permanencia de la familia hasta ir consiguiendo esa adaptación a la escuela. Con una buena organización de espacios y tiempos podremos realizar un período de acogida cumpliendo las medidas de seguridad frente al Covid-19.

Aun así, siempre habrá algún niño que al marchar su familia continúe llorando. Pero como dije anteriormente cada niño tendrá un proceso de vinculación diferente.

Es cierto que conciliar en estos tiempos a veces se convierte en misión imposible y hay familias que por motivos laborales les resulta casi imposible estar presentes en estos primeros días. En los casos en los que las principales figuras de apego del niño no pudieran estar presentes podrán hacerlo otras personas que también sean cercanas al niño y con las que éste se sienta seguro.

En muy poco las escuelas infantiles abrirán sus puertas para acoger a su alumnado. Démosle la oportunidad de vivir este momento con el amor de sus familias y de los grandes profesionales de esta etapa educativa.

No hay mejor forma de dar comienzo a la aventura más importante de sus vidas que desde la ternura y el amor. Acompañemos siempre a nuestra infancia y hagámoslo mirando con ojos de niños.

Sobre la autora:
Laura Vela Toro. Maestra de Educación Infantil y especialista en Educación Emocional.