«Para leer necesitamos otros aprendizajes previos como el desarrollo psicomotor», Ana González
Ana González, maestra de Infantil, nos traslada al interior de sus clases para recalcar la importancia de la lectoescritura. Si hacemos partícipes a los niños y niñas, podrán entrenar habilidades de aproximación a la lectroescritura de manera divertida y lúdica, desarrollando estrategias para aprendizajes futuros.
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«Jugar a leer», con esta referencia a la LOMLOE, en relación a la lectoescritura en Educación Infantil, desde la realidad de nuestras aulas, abordamos desde el más absoluto respeto, el aprendizaje de la lectoescritura en los niños y niñas de 3 a 6 años.
Leer jugando es la finalidad de un proceso abstracto, arduo y muy difícil en estas primeras edades. Cuando forzamos el proceso lectoescritor, provocamos situaciones que perjudican de manera irreversible los procesos madurativos y evolutivos.
El interés del niño es, sin duda, el motor para reorganizar los conocimientos y engarzarlos con las concepciones que toda persona tiene ante cualquier situación de enseñanza-aprendizaje.
¿Qué entendemos por estar preparado para leer? En muchos casos repetir arbitraria y memorísticamente sílabas encadenadas y recitar palabras aprendidas sin sentido, se evalúa y califica como proceso lector adquirido; quedando muy lejos de lo que implica el trabajo de afianzamiento y desarrollo de habilidades para un aprendizaje funcional, significativo y constructivo, un aprendizaje para usar en la vida real, en el medio en el que nos desenvolvemos y que nos reporte significatividad y eficiencia.
Para leer en el sentido más global de la palabra, necesitamos otros aprendizajes previos como el desarrollo psicomotor, el uso y decodificación de los diferentes códigos de comunicación, el grado óptimo en el ámbito cognitivo, la abstracción, así como estar en el momento de desarrollo cerebral óptimo, responder a los estímulos sensoriales y estar seguros de que el niño/a está en el estadío evolutivo adecuado, ser conscientes de que es su momento, ya que para todo aprendizaje, el ser humano tiene su momento; no el momento general y colectivo, sino el suyo propio, un momento personal e individual, único e irremplazable. Además es necesario saber leer otros registros, fundamentalmente visuales, trabajar el ritmo, la percusión, los sonidos… leer e interpretación de símbolos, señales, pictogramas, etiquetas, códigos sociales de comunicación… con el fin de construir un sistema complejo que nos permita ser capaces de aprender de manera natural, sencilla y progresiva.
El juego como recurso de aprendizaje de la lectura
El juego es la base para aprender todo tipo de conocimientos, adquirir competencias de carácter social, emocional y cognitivo. Es el modo en que la infancia contribuye y construye, negocia y resuelve sus problemas, reafirma su autoconcepto, desarrolla sus cualidades y potencialidades físicas y psíquicas y logra todos los objetivos definidos .
Jugar es descubrir, tocar, manipular y poner en jaque todas las posibilidades educativas de los niños y niñas, por ello es necesario implementarlo en el proceso lectoescritor.
«Pasapalabras»:
Es un juego que se adapta a todas las edades y que puede usarse para trabajar los sonidos, la conciencia fonológica, palabras a partir de la inicial dada, repaso de abecedario, expresión oral, vocabulario… Haciendo partícipe y protagonista a los niños y niñas, que a partir de su uso, entrenan habilidades de aproximación a la lectoescritura de manera divertida y lúdica, adquiriendo destrezas y desarrollando estrategias para aprendizajes futuros.
Ser conscientes de los sonidos nos facilita la decodificación, ya que es vital entender que las palabras la componen sonidos.
Juegos como el pasapalabras favorece la habilidad de reconocer, identificar y asociar los sonidos, permitiendo la transferencia de la información gráfica a la información verbal que percibimos.
Es necesario para que el proceso lector sea de calidad que trabajemos desde la escuela, la correspondencia entre grafema-fonema, es decir, la correspondencia entre las letras y los sonidos.
«Los datos inventores»:
Dados, azar e imaginación. Pueden usarse para inventar historias absurdas y divertidas. Lanzamos los dados y una vez que tenemos las imágenes de las diferentes caras, la misión es inventar una historia con sentido entre todos los componentes de la clase. Generamos la posibilidad de inventar, crear y transformar nuestras ideas en un cuento o historia construida en grupo. El respeto al turno de palabra, expresar qué queremos contar, cómo se escribe, organizar ideas y darles forma, decodificar las palabras, frases y el texto en sí, fomentan el acercamiento a las habilidades que implican aprender a leer y a escribir con sentido y responsabilidad.
El juego de los dados te ofrece una amplia gama de posibilidades para lograr objetivos como la producción, la reproducción, el desarrollo de la grafía y el desempeño de habilidades y destrezas a través del juego y de la experiencia, que dotarán al alumnado de seguridad para aprendizajes.
«El bingo de las letras»:
El bingo de las letras es un juego tradicional y sencillo. El alumnado contará con una tabla con las diferentes letras del abecedario. Cada uno de los niños y niñas, extraerá una letra de la bolsa que los contiene y deberá reproducirla. A partir de la discriminación auditiva, colocaremos una ficha encima de la misma, tras la ubicación y discriminación visual.
Con este juego, además de repasar y jugar con las letras, entrenamos habilidades como la audición, la relación sonido-letra, la ubicación espacial y el reconocimiento en cuanto a grafía y cuerpo de la letra. Normalmente, el alumnado reconoce los sonidos y los repite, pero no es capaz de asociarlo a la unidad que le corresponde. Este tipo de juegos permite lograr esta asociación y trabajar todas las habilidades propias del inicio al reconocimiento auditivo y visual de las unidades que servirán para la posterior elaboración de las palabras.
Es crucial jugar, manipular y usar el elemento de aprendizaje a partir de experiencias reales y que favorezcan aprender desde sus propios intereses.
«La biblioteca de aula»:
En clase debemos crear un espacio destinado a la biblioteca, un espacio que fomente de manera natural el acercamiento a los libros y a su contenido, inculcándoles el hábito de la lectura a partir de la experiencia directa y vivencial que aportan y ofrecen estos ambientes. La Biblioteca debe ser atractiva; llamar la atención de los niños y niñas e invitar a visitarla y a vivirla. Es un entorno que favorece, sin duda, la alfabetización libre, espontánea y contribuye al desarrollo del lenguaje, de la expresión oral, del pensamiento y promueve la imaginación y la creatividad a partir de las ilustraciones, las palabras, las expresiones y todos aquellos códigos de comunicación que vamos descubriendo en los propios libros a los que accedemos, atraídos por sus colores, imágenes o por letras que conocemos, palabras o expresiones que reconocemos y usamos.
Aprovechando la luz natural, el estado de relajación que nos provoca y la comodidad de acceder a historias maravillosas, crearemos la necesidad de avanzar en los procesos lectoescritores y en el deseo de inventar, escribir y crear nuestras propias aventuras, para lo cual, nos dirigimos a una proyección espontánea y natural de la habilidad lectora y como consecuencia, a la destreza gráfica.
«Escribir con alimentos»:
Esta actividad tiene dos grandes incentivos. El primero de ellos es el uso de aquellos alimentos que nos gustan para formar una palabra divertida, bonita o significativa para mí. Trabajamos de nuevo el reconocimiento de los sonidos, la materialización gráfica y el orden de las letras en la elaboración de la palabra .
Discriminar y manipular letras, palabras, sílabas… Relacionándolas con la parte auditiva de cada una de las unidades es el puente para que ese mismo proceso, ahora manipulativo, sea de carácter abstracto y cognitivo.
Estamos ofreciendo oportunidades de experiencias para crear y utilizar elementos imprescindibles, como la imaginación, que sirven para adquirir conocimientos, comprender procesos y desarrollar estrategias comunicativas.
«Las reglas del juego»:
Una de las actividades más divertidas de acercamiento a la lectoescritura es la creación de un juego, bien tradicional o inventado y exponer, debatir y escribir las reglas del mismo.
Detrás, hay un trabajo de debate, consenso, organización y aplicación de lo aprendido a soportes como el papel, una pizarra , cartulina, cartón, recursos tecnológicos… donde quedarán plasmadas las producciones escritas de cada alumno
Importante la expresión oral, la codificación de esa producción y la forma de plasmar y dar forma a ese discurso de normas y reglas previamente establecidos.
Escribimos espontánea y libremente, diciendo cómo queremos jugar y de qué forma. El código de comunicación, en este caso, nos ayuda a entender las maneras de proyección oral y escrita de nuestros niños y niñas.
«El cuaderno del fin de semana»:
Con un cuaderno pequeño, decorado por nosotros mismos y con la finalidad de escribir palabras que resuman nuestro fin de semana podemos despertar las ganas y la curiosidad de producir y de escribir.
Es una actividad sencilla, puntual y que implica a las familias en el aprendizaje de sus hijos. Debemos escoger tres o cuatro palabras cada domingo que resuman lo que hemos hecho en esos días sin colegio. Trabajamos vocabulario, discriminación auditiva, expresión oral y escrita, producciones espontánea y sencillas y sobre todo, abordamos hábitos de trabajo y responsabilidad compartida en familia.
Puede abordarse desde la proyección a partir de lo que creen que deben escribir, dejando que plasmen lo que piensan que han oído o ayudarles deletreando las palabras seleccionadas o escribirlas para que ellos mismos las copien y reproduzcan a partir de un patrón dado.
Cuando la actividad se repite en el tiempo, terminan leyendo de forma espontánea las palabras escritas en casa o explicando a partir de las mismas lo que han hecho durante el fin de semana.
Esta actividad favorece un debate a partir de situaciones reales y vividas por ellos mismos y fomenta el acercamiento significativo a las producciones escritas y leídas.
«Cuadernos de verano»:
Aprender a escribir es aprender desde el logro de aspectos psicomotores y atendiendo a procesos psicológicos básicos. No es mecanizar ni rutinizar la trazabilidad de las letras; es, por el contrario, controlar lo que expreso y cómo lo expreso; es seleccionar palabras que me resultan hermosas, no por su sonido, sino por lo que significan en ese preciso momento. Escribir es la antesala a ampliar los horizontes del conocimiento.
En verano solemos vivir experiencias divertidas y asociadas a la felicidad, por ello, es un momento clave para adiestrar en el aprendizaje espontáneo de la lectoescritura. Usar un cuaderno en forma de diario que recoja las experiencias estivales nos empuja sin duda a crear y a escribir nuestros sueños.
«Buscando palabras»:
En la escuela tenemos la incipiente costumbre de abordar los temas de enseñanza-aprendizaje sólo en soportes tradicionales, como el libro de texto; sin atender a otro tipo de soportes que favorecen sin duda el desarrollo de los niños y niñas y potencia la posibilidad de aplicar los conocimientos a la realidad más inmediata.
Revistas, mapas, guías o álbumes nos dan la oportunidad de observar distintos tipos de letras, de presentación de las palabras, de símbolos, iconos… que en definitiva son necesarios para la comunicación lingüística y para avanzar y poder expresarnos socialmente.
Ojear, descubrir, comparar y establecer la correspondencia con otros códigos de escritura y lectura amplía la versatilidad de nuestro alumnado para resolver y afrontar los retos que le permitirán aprender a enfrentar los mismos códigos en diferentes situaciones.
Aplicabilidad social del aprendizaje, la manera más real de valorar y optimizar lo adquirido e interiorizado en el medio escolar y cuya proyección funcional depende de los procedimientos trabajados y adquiridos.
«Pintando las palabras»:
Infantil es sinónimo de color, de vitalidad y creatividad. La primera pauta de acercamiento y experiencia con la lectoescritura pasa por el conocimiento de nuestra inicial. Jugamos a reconocerla, repasarla, trazarla y apropiarnos del sonido que emite, un sonido en forma de letra, que nos da identidad y nos sitúa en este proceso que debe partir de lo inmediato, de lo real y de lo concreto.
Letras de madera, identificación de la que me denomina y la transformación colorista de mi referente fonológico determinan la mirada y la manera de enfrentarnos a un mundo de letras, sonidos, sentidos y sensaciones que nos pueden conducir al fracaso o la aceptación de que la lengua como recurso social de desarrollo, es necesaria y divertida si la implementamos desde la experiencia, la manipulación y el deseo natural de interiorizarla y aprehenderla.
Las letras son ese código genético que nos hace reales, que nos hace estar presentes y que nos ayuda a perpetuar nuestra existencia y por ende nuestra historia.
Podemos hacer de la escritura y de la lectura un proceso difícil, traumático y duro, pero como maestros de infantil, estamos obligados a dotarlo de significatividad, funcionalidad y sensibilidad. Estos tres ingredientes nos van a garantizar un acercamiento real, adecuado y vital que nos dará las señales de que estamos preparados. Las señales implican un uso y manejo maduro del lenguaje, motivación y curiosidad, la comprensión y la expresión, la pronunciación y la entonación, así como el desarrollo en paralelo el cerebro y el aprendizaje lectoescritor.
La escritura y la lectura suponen el método de comunicación universal y les hará descubrir todas las posibilidades de aprendizaje que llevan implícitas.
Leer y escribir no son aprendizajes mecanizados a pesar de que las escuelas lo sigan perpetuando. Es algo más trascendental y abstracto, algo más complicado y sensible. Nos está marcando medidores de diferencia y discrimina a los que el sistema entiende que no forman parte de la media; sin embargo, leer implica una gran movilización cognitiva, implica decodificación, interpretación y transformación de lo que decimos y de lo que realmente queremos decir. Tiene intención, proyecta ideas y conceptos. Leer y escribir nos conduce a desarrollar la concentración, la compresión, a prestar una atención equilibrada y nos ayuda a incorporar procesos lingüísticos, vocabulario, ortografía, composiciones… conduciendo nuestras emisiones a niveles muy complejos de comunicación. Para lograrlo debemos tener en cuenta un solo aspecto: «El respeto a los ritmos y a los tiempos individuales»
El bote de las palabras bonitas
Cómo crear un rincón de lectura. Leer es un placer que debemos trabajar desde la naturalidad y el deseo. El bote
de las palabras bonitas no es más que la proyección de ese escritor que todos llevamos
dentro y que nos coartan por las prisas sociales de aprender sin sentido y de manera
mecánica. Construir tu propia historia a partir de palabras que escogemos con el sonido del corazón, nos llevará a crear, a inventar, a descubrir y a trabajar también en familia, entre iguales y a ser protagonistas del arte de leer con sentido y responsabilidad.
El juego como herramienta de logro y la lectura como necesidad intrínseca y como objetivo vital de aprendizaje.
Leer no es repetir como un loro. Es un proceso más complejo que implica la puesta en marcha de una maquinaria cognitiva muy compleja. Leer es al principio una cuestión visual, es ver lo inmediato. Sin embrago leer implica reconocer los símbolos gráficos, percibirlos, identificarlos con el fin último de descifrar qué nos dicen. Eso es leer, no es decir palabras sueltas o reconocer sílabas. Leer es algo más complejo, más abstracto. Se trata de obtener y procesar la información de un todo, no de una palabra aislada. Tenemos que atender a procesos léxicos y a procesos sintácticos y semánticos.
Los niños y niñas necesitan una madurez cerebral que todavía no tienen, por lo que debemos comenzar dotándolos de estrategias, procedimientos, herramientas y habilidades, sin forzar ni bloquear, ya que podemos ocasionar futuros problemas para adquirir este aprendizaje cuando se encuentren en el nivel evolutivo adecuado.
Obligar, cuando neurológicamente no están preparados, nos llevará a errores que perdurarán en el futuro y que perjudicarán seriamente dicho proceso.
Con esto lo que tratamos de proyectar es que la edad de madurez lectora empieza a partir de los seis años. Por lo que vamos en buen camino si respetamos los ritmos biológicos y neuronales. Existe una premisa de la pedagogía de Maria Montessori que nos dice que si un niño, a los cinco años no lee correctamente, lo estamos haciendo bien.
Las familias presentan cierta ansiedad por lograr que sus hijos e hijas lean de manera fluida en la etapa de Infantil, sin llegar a entender que la lectura es algo complejo que va más allá de la repetición mecánica de palabras inconexas y carentes de sentido. Para ello, el bote de las palabras bonitas nos ayudará a facilitar un proceso complejo ya desde sus inicios.
El bote de las palabras bonitas se convierte en una aventura que tiene como objetivo principal romper los mitos sobre un proceso lecto-escritor, anquilosado, copioso y absurdo, que nos encasilla en un procedimiento tedioso que no atrae al niño de manera natural, enfrentándolo a miedos y angustias innecesarias. La primera de las misiones es crear un rincón de la lectura.
¿Cómo crear un rincón de lectura en el aula?
Cada uno de nosotros escoge un lugar tranquilo, con luz natural, con espacio para estar cómodo y que me permita colocar un soporte para escribir, un asiento en el que pueda sentirme relajado y que me transporte a las aventuras que sin duda entrañan los cuentos que colocaré y que serán el punto de partida de mi futura pasión por las palabras.
Una vez diseñado mi espacio y escogido los elementos del mismo, procedo a establecer una rutina de contacto con los cuentos, los cómics, libros de aventuras… Podemos empezar visualizando los dibujos, las ilustraciones que más nos gusten e identificando las letras de nuestro nombre, las iniciales de los nombres de mis amigos, de mi familia… hasta llegar a reconocer palabras completas.
Un adulto puede leernos fragmentos de los cuentos, aventuras, leyendas…y escoger aquellas palabras que nos llamen la atención, bien por su sonido, porque nos resulten familiares, porque nos gusten o nos recuerden a algo o a alguien… para posteriormente comenzar a copiarlas e ir introduciéndolas en El bote de las palabras bonitas.
Este bote lo preparamos previamente con las familias y lo decoramos con motivos personales, significativos y que nos identifiquen, ya que se convertirá en un bote del tesoro cargado de palabras maravillosas, palabras de cuento.
Cada día escuchamos una historia y al seleccionar y copiar al menos tres palabras importantes para nosotros, nuestro bote se irá cargando de fantasía, creatividad y pasión para dar vida a cuentos e historietas creadas a partir de las palabras bonitas de nuestro maravilloso bote e inventadas por nosotros mismos de manera individual o en familia.
Esta aventura está enfocada al alumnado de cinco años, con el fin de romper el mito de la lectura a partir de cartillas aburridas, silabeos interminables y memoria mecánica. Persigue naturalizar el aprendizaje lector y darle un carácter más lúdico y cercano partiendo de los intereses reales de cada niño, a partir de la selección de las palabras pivote, la invención de las diferentes historias y la necesidad de leer para exponer y proyectar sus propias creaciones.
Les acercamos a los sonidos de manera sencilla, a la identificación de símbolos de descodificación y a interiorizar elementos imprescindibles para aprender a leer sin necesidad de atormentar, forzar o acelerar el ritmo natural de los aprendizajes.
¿Cómo se construye el bote de las palabras bonitas? ¿Qué se persigue y para qué sirve?
Escojo un bote significativo para mí y hago uso de todos aquellos elementos que me permiten darle un toque personalizado y vital. Este bote debe quedarse en la zona destinada a la lectura y se irá llenando de aquellas palabras que nos resulten especiales, simbólicas o que se acerquen a nuestros gustos e intereses.
Cada semana sacamos las palabras y las colocamos en un lugar que me permita visualizarlas y escoger las que más nos llamen la atención con el fin de crear una historia, en la que pueden participar mis compañeros, mi familia o realizarla yo solo. Tratamos de acercarnos al gusto de crear literatura infantil, a la curiosidad por saber qué dicen esas palabras, cómo hablan, cómo suenan unidas entre sí… sin que aprender a leer suponga padecer las prisas del sistema educativo, que se empeña en adelantar los momentos evolutivos y en alejarnos del placer intrínseco de leer por descubrimiento y deseo.
Se va produciendo una evolución con un marcado carácter constructivo, en tanto en cuanto que comenzamos con historias sencillas, cortas, con palabras del vocabulario cotidiano, para terminar con historias fantásticas, que contiene no solo un contenido diverso, rico y especial, sino que acuñan conceptos y palabras que van más allá de los intereses escolares para poner de manifiesto, intereses personales y reales. Cuando somos capaces de dotar de palabras para llevar al niño a la libertad de creación y expresión, cuando acercamos al alumnado a experiencias con la literatura, haciéndoles partícipes de su propia proyección, el proceso lector aparece, de manera natural, espontánea y vital. Aprendemos de aquello que nos atrae, de aquello que satisface nuestra curiosidad y que nos llama la atención. Todo lo arbitrario, todo lo que obliga y no vincula, termina aburriendo y quedando en el olvido.
El hecho de tener un espacio dedicado al efecto, reservado para el arte lector, el contar con un cofre en forma de bote, cuyo tesoro son palabras que nos parecen hermosas y el hecho de ser autores de nuestras propias historias, nos garantiza el éxito y el aprendizaje funcional y de vida.
Si queremos lectores con futuro, necesitamos cimientos sólidos en el presente. Es muy importante trabajar desde la ilusión y desde los ojos de los niños y niñas, pues sus miradas nos marcan el sentido y la vialidad de lo que realmente necesitan. Cada niño debe ser el autor de su propia historia y construir su cuento de vida.
Ana María González Herrera, Maestra de Educación Infantil en CEIP : “Maestro Eduardo Lobillo», Rota (Cádiz).