Catherine L’Ecuyer: «La educación no ha de emular al mundo. El niño de hoy y del siglo XXI es el mismo que el niño del siglo II o XV»
- La investigadora y divulgadora canadiense Catherine L’Ecuyer conversa con Laura Vela (colaboradora de Educando Seguro) sobre el actual estado de la educación y de cómo debe responder la sociedad actual
Ser maestra es una de las más grandes aventuras de mi vida. Una aventura que inicié hace 20 años y por la que siento un inmenso agradecimiento, respeto y asombro por la grandeza y belleza de la misión de dicha aventura tal y como dice sentirse Matías en el libro Conversaciones con mi maestra, de Catherine L’Ecuyer. Un futuro maestro dispuesto a “comerse el mundo” con las ganas y el entusiasmo por entregarse a su alumnado y por hacer mejores sus días en la escuela.
La lectura de este gran libro me ha transportado a mis primeros días como maestra y el personaje de Casilda, maestra recién jubilada, me ha traído muy bonitos recuerdos. He tenido la suerte de poder disfrutar de la sabiduría que da la experiencia a través de varias maestras como Casilda en mi trayectoria profesional, las cuales han sido un gran referente para mi crecimiento profesional.
Las constantes preguntas, dudas y razonamientos entre Matías y Casilda durante el transcurso del libro son el claro reflejo de los maestros inquietos que andan queriendo entender el presente de la educación.
La serenidad, la sabiduría y la templanza que da la experiencia y el ímpetu, entusiasmo y vitalidad de un futuro maestro hacen el tándem perfecto para visionar la educación de ayer y de hoy.
Además, han venido a mi recuerdo mis días en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Málaga, dónde aprendíamos sobre las diferentes corrientes educativas y sus orígenes así como sus grandes precursores ya que, a lo largo de la lectura de este libro, Casilda y Matías hacen un recorrido por corrientes como el mecanicismo, la corriente romántica-idealista y la corriente realista-clásica, haciéndome reflexionar y conversar con mi “yo maestra” sobre mi propia práctica profesional , sobre la situación de la educación hoy día, sobre el rol del maestro y el rol de las familias y sobre la neuromitos en la etapa de infantil.
Contar con Catherine L’Ecuyer para el que sería mi tercer artículo como colaboradora de Educando Seguro, es un privilegio como maestra por poder compartir su visión sobre la enseñanza como doctora en educación e investigadora en dicho ámbito.
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Laura: Muchas veces me cuestiono el rumbo de la enseñanza en nuestro país. He perdido la cuenta de las leyes educativas por las que nos vemos “atrapados” los docentes. Considero que para disponer de un buen sistema educativo y que sea de calidad no debe ser modificado a razón de los cambios políticos de un país. Un buen sistema educativo debe prevalecer en el tiempo, con buenas bases asentadas y que solo se replantee para mejoras basadas en experiencias a pie de aula que le den un sentido real y práctico.
¿Qué piensas sobre la educación actual y las leyes educativas cambiantes?
Catherine: Es cierto que los maestros deben lidiar con golpes de timón sucesivos, cada vez que surge un cambio político. En todos los regímenes con una tendencia autoritaria que han existido a lo largo de la historia, las aulas han sido un lugar de militancia social y política, el campo de batalla para el poder. A veces, esa batalla es más sutil, otras veces menos. Hemos de conseguir que los políticos suelten las aulas como campo de batalla de sus ideologías y dejen la educación en manos de los expertos (que no es lo mismo que «gurús»). La educación ha de estar al servicio de las personas, no de la política. Hoy, la idea de que la principal función de la escuela es social está muy difundida. Por supuesto, la educación tiene una dimensión social. Pero el fin esencial de la educación no es cambiar al mundo, es transformar al que aprende. Si el aprendiz mejora, mejorará indudablemente el mundo, pero se hará por añadidura.
Laura: ¿Disponemos de un sistema educativo a la altura de nuestra infancia?
Catherine: La razón de ser de la educación es el alumno. Ahora bien, llevo notando desde hace años una dinámica de sobreestimulación en la etapa infantil. Sobreestimulamos al niño para que aprenda cosas «útiles», para que adquiera «competencias para el futuro». Creo que ese planteamiento no es el correcto. La escuela infantil, el colegio, la universidad, no solo son agencias de preparación técnica y de colocación para el mundo laboral. No podemos reducir la educación a un adiestramiento en competencias técnicas. La escuela infantil es un lugar en el que el niño aprende a captar los matices de la realidad a través de la educación sensorial y de unas relaciones interpersonales de calidad. En cuanto a las otras etapas, los colegios, las universidades son templos del saber. En ellos nos formamos como personas, crecemos en virtudes, aprendemos de dónde venimos, comprendemos mejor el origen y las leyes del mundo en el que vivimos. Aprendemos a pensar por nosotros mismos, a apreciar la dimensión estética, la belleza… Aprendemos a ser. El verdadero valor del conocimiento no reside solo en su mera utilidad
Laura: Como maestra de educación infantil siento en algunas ocasiones que a esta etapa educativa le hace falta un mayor reconocimiento. Necesitamos que se dote a esta etapa de los mismos recursos que el resto de etapas educativas, empezando desde el primer ciclo de educación infantil. También es primordial dejar de creer que la etapa de infantil es una preparación para la etapa de primaria. Y por supuesto contar con un mayor apoyo por parte de las instituciones y organismos políticos para hacer de la Educación Infantil una educación universal y de calidad.
¿Qué consideras que necesita nuestra sociedad para que la etapa de infantil llegue a alcanzar este cambio tan necesario?
Catherine: La etapa infantil es una de las más importantes. Los niños construyen su sentido de identidad en base a las experiencias vitales tempranas. El niño pequeño tiene, como decía Montessori, una mente absorbente. Se hace con su entorno, lo absorbe todo. Por eso es tan importante que el entorno esté preparado, que se adecue a los ritmos internos del niño. Es clave que las imágenes, los sonidos, las palabras, se ajusten a lo que reclama su naturaleza. Ahora bien, no todas las escuelas infantiles enfocan la educación de esa etapa de la misma manera. Yo defiendo una educación plural y apuesto para que los padres puedan escoger el colegio que mejor se ajuste a su estilo educativo. ¡También en la pública! ¿Por qué los padres que acuden a un colegio público no pueden escoger un método educativo como el Montessori por ejemplo? ¿Por qué este tipo de educación cuesta dinero? La libertad educativa no debería ser privilegio de unos pocos.
El niño de hoy y del siglo XXI es el mismo que el niño del siglo II o XV. El verdadero progreso no consiste en cambiar continuamente la visión de la educación y del niño, sino en cambiar la mentalidad del educador
Laura: En tu libro hablas sobre los neuromitos en la etapa de infantil, esos conceptos erróneos sobre la mente debidos a una mala interpretación de hechos probados por la neurociencia. Hay una extendida tendencia de ofrecer a los infantes ambientes enriquecidos en exceso ya que se considera que de hacerlo así los aprendizajes se incrementan.
¿A qué son debidos los neuromitos?
Catherine: Los neuromitos están reforzados por la industria del consejo empaquetado («haz eso para que tu hijo duerma, obedezca, coma y sea inteligente»). El mito del enriquecimiento («cuanto antes y más mejor») o de los tres primeros años («todo se juega de 0-3 años») nos seducen, porque nos prometen el niño perfecto, inteligente. Pero educar no es conseguir un niño a la carta, es buscar la perfección de la que la naturaleza del niño es capaz. El niño no es un trofeo para lucir, es un ser humano con dignidad que tiene fortalezas y limitaciones. Hemos de ayudar al desarrollo de su personalidad con respeto.
Laura: ¿Qué factores crees que determinan la expresión “los niños son esponjas”?
Catherine: La expresión «los niños son esponjas» tiene dos sentidos distintos. Si la utilizamos para decir que el niño tiene una inteligencia infinita, ilimitada, entonces es un neuromito y está mal planteado. Si la utilizamos para decir que el niño tiene una mente absorbente y que el ambiente en el que se encuentra le afecta y le educa, entonces sí que es cierto.
Laura: Las aulas son “pequeños universos” y dentro de ellas los docentes podemos hacer cosas preciosas que despierten en nuestro alumnado las ganas de aprender, de ir a la escuela cada día, de querer vivir aventuras junto a sus compañeros y volar por mundos imaginarios hasta donde sean capaces y donde puedan SENTIR. Son esos lugares donde la observación, el asombro y el deseo por conocer son un preámbulo para aprender cosas más complejas, como dices en tu libro «Conversaciones con mi maestra». La figura del docente es clave fundamental en la enseñanza. ¿Qué opinas sobre los docentes del siglo XXI? ¿Cómo debe ser un maestro hoy día?
Catherine: Hablamos mucho del siglo XXI, personalmente procuro no hablar en esos términos. La educación no ha de emular al mundo. No me gusta la idea de reducir la educación a la preparación del futuro ciudadano. Hemos de preguntarnos por cómo es el niño. El niño de hoy y del siglo XXI es el mismo que el niño del siglo II o XV. El verdadero progreso no consiste en cambiar continuamente la visión de la educación y del niño, sino en cambiar la mentalidad del educador, de forma que encaje dentro de la visión de las constantes antropológicas del alumno. Si lo pensamos bien, el ser humano y sus fines tampoco cambian cada vez que surge un cambio de circunstancias culturales, tecnológicas o una nueva era filosófica. El educador puede decidir que quiere ver el mundo de una forma o de otra, pero esa visión del mundo nunca va a cambiar cómo es la persona que se educa.
«Conversaciones con mi maestra» es una lectura muy recomendable que te hará reflexionar sobre tu práctica educativa, te invitará a cuestionar algunos aspectos relacionados con la innovación educativa y te motivará para seguir esforzándote por hacer posible una mejor educación.
Como dice Casilda: “La buena educación es la que siembra las semillas oportunas en el momento adecuado”.
No dejemos de sembrar por y para las nuevas generaciones de seres humanos.
Gracias Catherine. Gracias por concederme esta bonita entrevista, por la enorme aportación de tu libro y por todo lo bonito que he “vivido” durante el transcurso de su lectura tanto a nivel personal y como profesional.