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El apagón digital en los colegios: ¿un retroceso o una oportunidad?

Uso de la tecnología en las escuelas

En una decisión que ha generado un intenso debate, la Comunidad de Madrid ha anunciado la prohibición del uso individual de dispositivos electrónicos como tabletas, portátiles y móviles en las aulas de Infantil y Primaria a partir del curso 2025-2026. La medida busca reducir la exposición temprana a las pantallas y fomentar métodos tradicionales de aprendizaje, como el uso de libros de texto, la escritura a mano y la lectura en papel. Sin embargo, esta decisión plantea preguntas importantes: ¿cómo era la educación antes de la digitalización? ¿Qué beneficios y riesgos conlleva este cambio? Y, sobre todo, ¿cómo encontrar un equilibrio entre la enseñanza tradicional y la digital sin fomentar la adicción tecnológica?

Un regreso a la educación de antaño

Hace apenas dos décadas, la enseñanza en España se basaba en métodos tradicionales, con libros de texto, cuadernos y pizarras como herramientas principales. La lectura en papel y la escritura a mano fomentaban habilidades cognitivas esenciales, como la retención de información, la concentración y la mejora de la ortografía. Los niños desarrollaban una mayor capacidad de atención, ya que no tenían la posibilidad de alternar entre múltiples estímulos digitales en una misma sesión de estudio. Además, el aprendizaje se apoyaba en técnicas memorísticas, dictados y ejercicios escritos, que favorecían el desarrollo de la caligrafía y la capacidad de estructurar ideas.

Los beneficios de reducir el uso de pantallas

La medida impulsada por la Comunidad de Madrid busca reducir el tiempo que los niños pasan expuestos a dispositivos electrónicos. Numerosos estudios han demostrado que el uso excesivo de pantallas en edades tempranas puede afectar la capacidad de atención, el desarrollo del lenguaje y la calidad del sueño. Según la Asociación Española de Pediatría, el tiempo recomendado de exposición a pantallas en niños de entre 6 y 12 años no debería superar una hora al día, sin embargo, muchas escuelas permitían un uso superior a cuatro horas diarias.

Otro aspecto clave es la escritura a mano. Estudios de neurociencia han evidenciado que escribir en papel activa áreas del cerebro relacionadas con la memoria y la comprensión, algo que no ocurre de la misma manera con la escritura en teclados. Además, la enseñanza sin pantallas reduce la posibilidad de distracciones, ya que los niños no tienen acceso a juegos, redes sociales o contenidos no adecuados para su edad.

Desde una perspectiva social, la interacción entre alumnos también se ve beneficiada. Al eliminar el uso individual de dispositivos, los niños deben volver a trabajar en equipo utilizando estrategias tradicionales, fomentando el diálogo, la negociación y la colaboración sin la mediación de la tecnología.

¿Qué retos plantea la eliminación de dispositivos en el aula?

A pesar de sus beneficios, la eliminación del uso individual de tabletas y portátiles en Infantil y Primaria plantea algunos desafíos. En primer lugar, las competencias digitales son esenciales en la sociedad actual y es importante que los niños se familiaricen con ellas desde edades tempranas. Si bien la medida permite un uso limitado y supervisado de la tecnología, algunos expertos consideran que podría generar desigualdades en el acceso a herramientas digitales, especialmente en familias con menos recursos.

Por otro lado, muchas metodologías de enseñanza actuales se apoyan en plataformas digitales para personalizar el aprendizaje y adaptarlo a las necesidades de cada alumno. Aplicaciones que refuerzan la comprensión lectora, juegos educativos y entornos virtuales han demostrado ser eficaces para motivar a los estudiantes y mejorar sus resultados académicos. Su reducción podría limitar el acceso a estas estrategias innovadoras.

También es importante considerar la realidad de los deberes escolares. Sin acceso a dispositivos en casa, los profesores deberán replantear el diseño de tareas y evaluaciones para que no dependan de plataformas digitales. Esto puede suponer un reto logístico, especialmente en asignaturas como ciencias o matemáticas, donde muchas herramientas digitales facilitan la comprensión de conceptos complejos.

El debate sobre el uso de pantallas en la educación no es exclusivo de Madrid. En otras comunidades autónomas se han adoptado medidas similares o se han establecido regulaciones para limitar el uso de dispositivos en edades tempranas. En Galicia, por ejemplo, se han impulsado programas de «desintoxicación digital» en colegios, con días sin pantallas y el fomento del uso de materiales impresos. En Cataluña, algunos colegios han reducido el tiempo de pantalla en el aula tras constatar que los alumnos presentaban mayores dificultades de atención y menor comprensión lectora.

A nivel internacional, Francia ha sido uno de los países pioneros en restringir el uso de móviles en los colegios, prohibiéndolos en primaria y secundaria para fomentar la concentración y la interacción social entre los alumnos.

¿Cómo mejorar la educación digital sin fomentar la adicción?

En lugar de eliminar por completo el uso de dispositivos electrónicos, se podría apostar por una educación digital equilibrada, basada en la calidad y no en la cantidad de exposición a pantallas. Como por ejemplo:

  • Uso pedagógico y limitado de la tecnología: Implementar normas claras sobre el tiempo y la finalidad del uso de dispositivos en el aula, asegurando que su empleo sea exclusivamente educativo y supervisado.
  • Alternancia entre métodos digitales y tradicionales: Combinar la escritura a mano con herramientas digitales en actividades específicas, evitando una dependencia excesiva de las pantallas.
  • Educación en el uso responsable de la tecnología: Enseñar a los niños desde pequeños a hacer un uso consciente y seguro de internet, promoviendo la alfabetización digital.
  • Mayor implicación de las familias: Incluir a los padres en la educación digital de sus hijos, ofreciéndoles recursos para establecer normas en casa sobre el tiempo de pantalla.

El apagón digital en los colegios de Madrid supone un cambio significativo en la educación infantil y primaria, con el objetivo de reducir los riesgos asociados al uso excesivo de pantallas y recuperar métodos de aprendizaje más tradicionales. Sin embargo, la clave no está en eliminar por completo la tecnología, sino en encontrar un equilibrio que permita aprovechar sus ventajas sin generar dependencia. Apostar por un uso regulado, pedagógico y supervisado de la tecnología puede ser la mejor vía para garantizar que los alumnos desarrollen tanto sus habilidades digitales como sus competencias cognitivas de forma saludable y eficaz.