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Día de playa: estilos educativos parentales, Irene Nadal

Estilos educativos parentales

¿Vacaciones de verano para todos? Llega el verano y con éste las vacaciones de los educandos. Pueden darse varias posturas: abandono de los niños, sobre protección por querer seguir unos patrones conductuales demasiado rígidos, cansarlos con actividades extra escolares (campamentos, refuerzo de clases…).

Nuestra colaboradora Irene Nadal, pedagoga especialista en Orientación Educativa nos cuenta su visión y experiencia profesional tras un día de playa meramente observando a su alrededor.

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Llega el buen tiempo, el tiempo de vacaciones para niños y para algunos adultos y con él, los planes de pasar el día en familia en la playa; unos lo prefieren con la gran familia extensa, donde así los niños pueden disfrutar de tíos, abuelos y primos de diferentes edades; otros lo prefieren en la más estrecha cercanía, la pareja y el peque. Un día de playa aporta mucha información de la cotidianeidad de los núcleos familiares para quien con ojo curioso les observa.

En un día de playa cualquiera, entre siestas, baños y pausas de lectura, puedes vislumbrar las conductas emergentes y predominantes de tus vecinos de sombrilla a través de diferentes escenarios que te ofrece este entorno y de las distintas rutinas que cada familia desempeña.

En este día cualquiera pude inmiscuirme en las sutilezas de los patrones educativos que se dejaban ver de los núcleos familiares colindantes; en un mismo espacio dos familias totalmente contrarias, de ahí la sencillez y cotidianeidad del placer al mar, y en medio yo, alargando las horas hasta el atardecer, momento en el que estos núcleos se despiden de esto para continuar en casa sus rutinas.

A mi izquierda familia primeriza, hija única con papá y mamá que superan la mediana edad, equipados de varias sombrillas, diversos juguetes de playa al puro estilo Waldorf o Montessori y varias capas de factor 50. A mi derecha, tres niños de edades cercanas, unos papis que recién habrán pasado la veintena, la tía aún más joven y la abuela materna, todos bajo una sombrilla, varias sillas para los adultos y una pelota, que nada más llegar mandan al agua de un puntapié para que los niños comiencen el baño.

La riqueza del paraje ofrece miles de posibilidades de juego que la familia de la izquierda no deja pasar, momentos llenos de estimulación compartida entre los tres, aspectos de atención motora, sensorial, de comunicación y lenguaje y cognición que tanto precisa el desarrollo de la niña y que tan gustosamente propician los papás a base de miradas cómplices entre la pareja. Ofreciendo nuevas oportunidades y aportando estrategias a implementar, bien podría tratarse de terapeutas especializados en atención temprana con todos los objetivos pormenorizados propuestos a trabajar.

La familia de la derecha tiene un claro propósito para este día, descansar, olvidarse de los días completos de obligaciones, y para ello, clavan la mirada en el móvil y abren algunas latas de alcohol de marca blanca. Los niños, mientras, durante unos pocos minutos entretienen con la pelota a base de pelotazos al más pequeño de los tres, tras ello buscan al padre, insisten en que juegue con ellos, ya que no saben qué más hacer con una pelota, pero el padre con gran asertividad rozando la crueldad les explica su propósito del día “¡dejadme tranquilo!”, éstos se vuelven, acostumbrados a ese lenguaje, hacia las mujeres y ellas acceden a un baño, hace mucho calor, pero anticipándoles que se trata únicamente de eso, bajando así sus expectativas de compañía.

Se acerca el mediodía y la familia de la izquierda se prepara, despliegan una gran manta bajo las sombrillas sobre la que colocan gran cantidad de tupper de cristal con diferentes alimentos a trozos, siguiendo fielmente el Baby led weaning, de nuevo una buena capa de factor 50, gorro y neopreno de manga larga y todos a la manta. La familia de la derecha también anda preparada llegado el hambre, sacan algunos envases de aluminio con pollos asados y mientras las mujeres preparan, reparten bolsas de patatas fritas para todos, los adultos en sus sillas, los niños alrededor mientras chinchan al menor y se dan algún que otro baño de por medio.

Para cuando la familia de la derecha acaba de comer, la familia de la izquierda ya va zanjando el momento de la siesta y se prepara para el baño de la tarde, de nuevo despliegue de juguetes, fotos con papá y un gran hoyo con mamá, arena, mar, crema solar y antes de que se haga más tarde, recoger los bártulos, lavarle bien los pies a la peque, cambio de ropa y viajes al coche.

La familia de la derecha tiene menos prisa, aún siguen con refrescos y bolsas de procesados hasta la bajada de sol, mantienen los tres grupos en todo momento, niños, mujeres y el padre, cada grupo con el mismo rol; el padre se centra en su placer en solitario, siestas, móvil y comida rápida, los niños se aburren hasta de burlarse del más pequeño y se centran en la comida y las mujeres mantienen su conversación con elevado tono entre una sucesión de latas.

Al echar un vistazo a ambos lados, ya quedamos muy pocos en la playa, a penas estos niños de la familia de la derecha son los únicos que permanecen en el mar y en un momento, a base de un grito seco, comienzan la recogida de la sombrilla, las cuatro sillas, la nevera vacía y la gran bolsa de desechos y ahí ya, con los niños fuera del agua, les reparten toallas de lavabo que como patitos siguen en fila hacía el coche.

¿De qué estilos parentales estamos hablando? Claramente, el modelo de la familia de la derecha aquí expuesto sería el negligente, caracterizado por una baja implicación en la educación de sus hijos y mostrando actitud de indiferencia y pasividad, lo que repercute en los niños con esa baja motivación y autocontrol, acompañado de escasa competencia social y probablemente una pobre autoestima.

Pero, ¿Y la familia de la izquierda? ¿A qué estilo corresponde? Podríamos pensar rápidamente que se trata del modelo democrático, el estilo de crianza que más favorece el adecuado desarrollo socioemocional de los hijos; en esta familia se observa el afecto que mantienen a su hija, lo deseada que es y la respuesta a sus necesidades de la manera que mejor hayan leído en algunos libros de crianza, pero por encima de todo, se observa una gran preocupación por cumplir a pies juntillas esos grandes manuales, lo cual lleva a que hablemos de la sobreprotección, tan peligrosa a efectos del desarrollo conductual de los niños como el estilo negligente, conllevando al crecimiento de los niños con una baja frustración y gestión emocional y favoreciendo la agresividad e inmadurez.

La obsesión con seguir todas las pautas de crianza a la más estricta perfección, propia de muchos padres primerizos, hace que perdamos la perspectiva de la educación de un niño y nos olvidemos que el aspecto fundamental para el adecuado desarrollo de los niños es la exploración, acompañada, por supuesto de la atención al peligro, pero no al contrario, tal como nos enseñaron los grandes pedagogos.

Sobre la autora:

Irene Nadal Nicolás, pedagoga especialista en Orientación Educativa, Atención Temprana y Trastornos de Espectro Autista.