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Covid-19, escolares y emociones. Estrecha relación

Menores, emociones y covid 19

Estado de alarma, pandemia, covid-19…La situación que ya conocemos a nivel global es harta conocida por todos. Sin embargo, todavía desconocemos los efectos (estresantes) de esta situación tanto en niños como en adultos. Esta pandemia con nombre y apellidos genera en nuestra sociedad un «impacto psicológico» que influye en nuestro comportamiento, pensamiento o emociones. Pero, a pesar de tanto desconocimiento y pérdida que vivimos a diario, también surgen nuevas fortalezas que desconocíamos que teníamos. Surge la resiliencia. Como seres humanos estamos aprendiendo a luchar contra esta batalla y cada día que pasa vamos fabricando una visión de nosotros mismos y los demás.

Reconocer sentimientos y expresarlos no es tarea fácil para un adulto. Pero cuando hablamos de niños y adolescentes en pleno cambio hormonal, la situación se torna más difícil aún.

Nuestros escolares se topan ante un torbellino de emociones y sentimientos derivados de una situación de confinamiento que «puede ser interpretado como una amenaza vital que genera una respuesta de estrés, en ocasiones asociada a miedo, pánico, angustia, rabia, tristeza, frustración, pérdida de control, impotencia, preocupación por los adultos de su entorno», explica la psicóloga María Morente Fernández, orientadora en los colegios Luisa de Marillac de Sevilla y Sagrada Familia de Dos Hermanas (Sevilla). 

Niños, jóvenes y adultos hemos aprendido a incorporar a nuestro vocabulario el término «confinamiento». Un concepto que hemos ido odiando poco a poco y que nos ha generado más estrés conforme pasaban los días. Un mes, 2 meses, nuevas medidas, nuevas restricciones…¿Cuándo va a parar esto? Aislamiento, soledad, miedo, rabia, impotencia, preocupación por familiares, amigos y compañeros de colegio. El corona virus puede llegar a liderar nuestras vidas y la de los nuestros escolares.

Menor con mascarilla

Aprender a aprender

En estas circunstancias, padres y madres se han visto obligados a aprender en casa, compaginar trabajo, tareas del hogar y escuela. La cocina o el salón ha hecho las veces de clase o de oficina con olor a pan recién horneado o pollo recién metido en el horno. No distinguíamos muy bien cuándo empezaba la clase de Mates y cuándo «salíamos» al recreo. Tanto ellos como nosotros hemos aprendido nuevas destrezas y nuevas frustraciones.

Parecía que con el invierno y el frío el virus se iría pero persiste, pendiente de cada respiración que damos. La organización que un principio adquirimos ha ido dando paso al hastío y a la desesperanza porque hemos confiado en que este verano o este invierno harían frente al Covid-19. Y, cada vez pasaban más los días sin poder salir de casa y con ellos los menores con más interrogantes y rabia interior. En algunas ocasiones hemos aprendido de ellos y hasta podríamos decir que nos han dado una gran lección: «Es cierto que los niños se adaptan mejor que los adultos, pero eso no quiere decir que no estén sufriendo…A lo mejor no son capaces de expresarlo de la misma manera que un adulto», comenta el psicólogo JA Luengo.

Este contexto está generando en nuestros niños y adolescentes daños emocionales a corto y largo plazo aunque a priori no lo veamos o pensemos que esto «es cosa de adultos y que los niños no tienen sentimientos».

Cuidar emociones en tiempos de pandemia

La psicóloga María Morente Fernández ha elaborado la guía «Cuidar emociones en tiempos de pandemia» donde recoge cómo influye y ha influido esta pandemia en los escolares y cómo podemos ayudarles a seguir caminando hacia delante. Algunas de las nefastas consecuencias se traducen en llantos, vuelta a la infancia (orinarse en la cama), ansiedad o dificultad para respirar con normalidad, conductas problemáticas, desobediencia, tristeza, descontrol alimentario. A todos estos factores hay que añadirle la preocupación que viven los padres a diario, los tutores, las noticias que a diario transmiten los medios de comunicación, las redes sociales…El miedo, la culpa y los problemas conductuales empiezan a hacerse notar cada vez con más frecuencia.

Como padres, tutores o responsables con nuestros educadores, debemos (o al menos intentarlo) saber reconocer nuestros sentimientos y poder expresarlos. Es sano saber hablarles con sinceridad y poder decirles que estamos cansados, abatidos o nos sentimos tristes. El buen manejo de nuestros sentimientos y libre expresión con ellos hará que ellos se abran más y puedan ser más comprensivos con sus sentimientos y, en definitiva, con ellos mismos.

Integrar emociones

Morente utiliza la expresión «integrar emociones» para hablar de la conexión que debe darse entre los dos hemisferios del cerebro del niño. Nuestros educandos necesitan la colaboración y cooperación de ambos hemisferios para trabajar en paz y armonía con sus emociones, estados de ánimo y aprender a identificar sentimientos y expresarlos con los demás.

¿Cómo integrar emociones?

  1. Escucha activa
  2. Aceptación de emociones
  3. Alfabetización emocional
  4. Proponer oportunidades para expresar sentimientos
  5. Predicar con el ejemplo
  6. Usar ambos hemisferios
  7. Apoyarse en cuentos o metáforas
  8. Alejarse de las distracciones o ruidos mentales
  9. Ofrecer o proponer ayuda y no soluciones de libro

Si quieres aprender más sobre cómo deben los escolares cuidar de sus emociones con nuestra ayuda, te dejamos la guía completa que ha elaborado la psicóloga María Fernández Morente.

Cuidar emociones en tiempos de pandemia